Reportaje: Cambio climático: Con el agua al cuello
Fecha de Publicación: Sábado 13 de Enero de 2007, 19:17 h.
Tema: Atmósfera
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 Un grupo de más de 2.500 científicos organizado por Naciones Unidas acaba de presentar sus conclusiones sobre el calentamiento global. Prevén nuevas olas de calor, deshielos y subidas del nivel del mar.
Publicado en: Sierra de Madrid, Sábado 13 de Enero de 2007.
El informe destaca que "2005 y 1998 fueron los años más cálidos desde que hay registros. Seis de los siete años más cálidos de la historia se han registrado desde 2001. La temperatura media de la superficie ha aumentado desde 1850". Además, "la temperatura del océano a grandes profundidades también ha aumentado desde 1955". En cuanto a la reducción de nieve en el mundo, el informe señala que "el retroceso de los glaciares ha aumentado el nivel del mar unos 0,5 milímetros al año entre 1961 y 2003 y unos 0,8 milímetros al año entre 1993 y 2003. Además, la nieve en abril en el hemisferio Norte ha descendido un 5 por ciento entre 1966 y 2004. El Ártico pierde cada década desde 1978 un 7,4 por ciento de su superficie helada en verano. Si la temperatura sube, el mar se eleva, la nieve se funde y las plantas y especies animales sufren cambios".
Las previsiones: tres grados más en el próximo siglo
El informe dedica un apartado a vaticinar lo que pasará en el futuro. Se apunta que "parte del calentamiento ya no puede ser evitado" y que "los efectos durarán siglos". La principal causa es la elevada emisión de gases de efecto invernadero. De hecho, aseguran algunos científicos, aunque ahora mismo se consiguiese estabilizar la concentración de gases de efecto invernadero -algo que supondría reducir drásticamente la actividad mundial- debido a la inercia con la que responde el sistema climático, el aumento de la temperatura y del nivel del mar seguirá subiendo durante más de 100 años y para 2100 la temperatura aumentaría 0,5 grados. Bastará una pequeña subida de la temperatura para que se produzcan cambios climáticos que afectarán, por ejemplo, a la formación de nubes, las precipitaciones, el comportamiento de los vientos y la duración de las estaciones.
El rango de temperaturas que dan los diferentes estudios para los próximos 100 años es bastante amplio. Los estudios de predicción del clima señalan un aumento de temperatura a final de siglo de "entre 2 y 4,5 grados, con el valor más probable de tres grados ".
En el informe de científicos coordinados por la ONU, el aumento de temperatura previsto para final de siglo es de entre 1,4 y 5,8 grados, depende de las emisiones, del aumento de población y de la política que se adopte respecto a la energía. Las previsiones de temperatura para el año 2100 sin políticas para frenar el cambio climático indican un calentamiento de hasta 6,3 grados.
En cuanto al nivel del mar, el informe vaticina un incremento de 0,19 a 0,58 metros para el año 2100, sin políticas para frenar el cambio climático. No obstante, aún existen incertidumbres sobre la pérdida de hielo en los polos, que aumentaría aún más el nivel del mar y que aún no puede ser cuantificada. Según algunos científicos, al ritmo que aumentan las temperaturas, el Artico podría desaparecer por completo para el año 2060. Desde 1980 ha perdido un 8,5 por ciento de su superficie en cada década. Este año, de cumplirse los pronósticos, se encogerá aún más, y ya se habla de la necesidad de salvar a los osos polares, que perderán su hábitat. Uno de los últimos movimientos ha sido la rotura de la barrera de hielo conocida como Ayles, una de las seis más grandes del Ártico canadiense. De ella se desprendió un bloque de 66 kilómetros cuadrados
La lluvia aumentará y se distribuirá de forma desigual. España se sitúa en la zona con más descenso de lluvias. Por su situación geográfica y características socioeconómicas, es muy vulnerable al cambio climático.
El impacto potencial es enorme, con predicciones de falta de agua potable, grandes cambios en las condiciones para la producción de alimentos y un aumento en los índices de mortalidad debido a inundaciones, tormentas, sequías y olas de calor. Estamos ante un fenómeno ambiental que puede provocar terribles consecuencias económicas y sociales. Los países más pobres, con falta de preparación para afrontar cambios rápidos, serán los que sufrirán las peores consecuencias.
Se prevé la extinción de especies animales y plantas a un ritmo superior al normal, ya que sus hábitats cambiarán tan rápido que no permitirán la adaptación a tiempo. La Organización Mundial de la Salud ha advertido que la salud de millones de personas podría verse amenazada por el aumento de la malaria, la desnutrición y las enfermedades transmitidas por el agua.
2007: el año más caluroso de la historia
El efecto invernadero y el fenómeno climático conocido como "El Niño" harán de 2007 el año más caluroso que se haya registrado jamás, con consecuencias para todo el planeta, según el profesor Phil Jones, de la Universidad de East Anglia (Gran Bretaña).
De acuerdo con el profesor, el calentamiento global -que ha causado deshielos en el Ártico- se verá empeorado por la llegada de "El Niño", un fenómeno causado por un aumento de las temperaturas medias del mar en el océano Pacífico. Estos fenómenos causarán condiciones extremas en todo el mundo y harán que 2007 sea más caluroso que 1998, hasta ahora el año en que se registraron las temperaturas más altas.
Esta opinión coincide con la advertencia de la Organización Mundial de Meteorología, el organismo de la ONU que trata el clima en todo el mundo, de que el fenómeno "El Niño" ya está establecido en la cuenca tropical del Pacífico. Se teme que ese sistema cause situaciones extremas en el continente americano, el Sureste asiático y el Sur de África en los primeros cuatro meses.
El efecto invernadero y sus consecuencias
El denominado "efecto invernadero" es el causante principal del cambio climático. Se trata de la retención del calor del Sol en la atmósfera de la Tierra por parte de una capa de gases de manera similar a lo que ocurre en un invernadero. La Tierra devuelve al espacio el calor del Sol en forma de rayos infrarrojos que son retenidos, en parte, por los gases de la atmósfera. Sin estos gases, entre los que se encuentran el dióxido de carbono, el ozono, el vapor de agua y el metano, la vida tal como la conocemos no sería posible, ya que el planeta no superaría los 15º bajo cero. El problema se presenta cuando el ser humano aumenta la emisión natural de estos gases a través de la industria, la agricultura y el consumo de combustibles fósiles como el petróleo y el carbón. El mundo industrializado ha conseguido que la concentración de los gases de efecto invernadero haya aumentado un 30 por ciento desde el siglo pasado, mientras que, sin la actuación humana, la naturaleza se encargaba de equilibrar las emisiones. Al aumentar la capa de estos gases en la atmósfera, se retiene mayor cantidad de rayos infrarrojos y eso es lo que provoca el aumento de las temperaturas.
Estos cambios están ocurriendo a una velocidad sin precedentes. Si las emisiones continúan creciendo al ritmo actual, en el siglo XXI los niveles del dióxido de carbono atmosférico serán casi el doble de los registrados en la era preindustrial. Es posible incluso que se tripliquen.
El dióxido de carbono explica más del 60 por ciento del "efecto invernadero reforzado". El hombre quema carbón, petróleo y gas natural a una velocidad muchísimo mayor que el ritmo con que se crearon dichos recursos. En ese proceso, el carbono almacenado en los combustibles se libera en la atmósfera y perturba el ciclo del carbono, sistema con miles de años de antigüedad y perfectamente equilibrado a través del cual se produce un intercambio de carbono con el aire, los océanos y la vegetación terrestre. En la actualidad, los niveles atmosféricos de dióxido de carbono están aumentando más de un 10 por ciento cada 20 años.
Deterioro de la capa de ozono y desertización
La existencia de la capa de ozono es fundamental para la preservación de la vida en nuestro planeta. Se trata de un gas, el O3, que forma un escudo protector que impide que los rayos ultravioleta perjudiciales del Sol alcancen la faz de la Tierra. El deterioro de la capa de ozono puede contribuir a variar las condiciones ecológicas de muchas especies, entre ellas la humana en la que aumentaría el riesgo de contraer enfermedades como el cáncer de piel, lesiones oculares, trastornos inmunológicos, además de otros daños en animales y cultivos. Algunas fábricas producen agentes químicos capaces de alterar el ozono.
En cuanto al alarmante proceso de desertización, además de la disminución de las lluvias de determinadas zonas del planeta, como puede ser España, los incendios forestales, la tala de árboles, el pastoreo abusivo y las malas prácticas agrícolas contribuyen a la erosión natural de grandes extensiones, empobreciendo el suelo y provocando su desaparición. Una vez destruida la capa vegetal de los suelos, éstos se desecan y el viento actúa de forma inmediata resecando la superficie. Como consecuencia de la erosión extrema se produce la desertización.
Protocolo de Kyoto
El texto del Protocolo de Kyoto se adoptó por unanimidad en 1997. Su principal característica es que tiene objetivos obligatorios relativos a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en no menos del 5 por ciento con respecto al índice de 1990 para el período de compromiso comprendido entre el año 2008 y el 2012. El problema es que países como Estados Unidos se niegan a firmar el Protocolo de Kyoto. Con menos de 5 por ciento de la población mundial, Estados Unidos emite alrededor de un cuarto de los gases nocivos debido, sobre todo, a la quema sin control de hidrocarburos. Ante las presiones europeas para que los norteamericanos reduzcan sus emisiones, el presidente Bush replicó que ello dañaría la economía de su país. Hay razones industriales, las automotrices figuran entre los mayores empleadores dSierra de Madrid, y motivaciones culturales, ya que la vida, en buena parte de ese país, está organizada alrededor del automóvil. En vastos sectores de EEUU el transporte público es escaso.
Opiniones contradictorias
El director del Museo de las Ciencias Príncipe Felipe de Valencia, Manuel Toharia, quiere quitar dramatismo al tema del llamado cambio climático porque "realmente estamos hablando de una subida de dos a cinco grados centígrados en los próximos años y eso no justifica la alarma que se está generando a nivel mundial", asegura el científico. "Lo que sí es importante es que el mundo civilizado lleve un modelo de vida sostenible y no se olviden los más de mil millones de personas que sufren el hambre en África, o las personas que pasan necesidad en Asia y América Latina".
Según Manuel Toharia "el 20 por ciento de los seres humanos que vivimos en el mundo avanzado gastamos el 80 por ciento de los recursos de la Tierra sin que nos tiemble el pulso. Nuestros coches usan solamente un 35 por ciento del combustible para circular. El resto se pierde en calor, humos y ruidos. ¿Es sostenible este tipo de derroche? La industria es responsable del 30 por ciento del CO2 que se emite a la atmósfera y un ciudadano de la Comunidad Europea vierte cada día 1,9 kilos de basura, mientras que uno de Kenia se queda un poco lejos: cero kilos al año ¿Sorprendente, no?".
Para Al Gore, ex vicepresidente de Estados Unidos, el calentamiento global es la mayor amenaza contra la humanidad, más que el terrorismo, las armas nucleares y la pobreza. "Como especie podríamos sobrevivir tal vez a otro conflicto generalizado, pero la humanidad no podrá sobrevivir a los efectos del calentamiento global si no lo corregimos a tiempo. Lo que es seguro es que cada vez que se emiten gases de efecto invernadero se está contribuyendo a un futuro más incierto".
Qué se puede hacer
Cierto grado de cambio climático es ahora inevitable, debido a las emisiones pasadas y actuales. El clima no responde de inmediato a los cambios externos.
Entre las soluciones para desacelerar el cambio climático está la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera mediante la utilización de energías limpias, como la biomasa, la solar o la eólica. Esto contrasta con la reciente polémica sobre la lucha entre países como Estados Unidos y Rusia por el dominio sobre los posibles yacimientos petrolíferos que podrían encontrarse en el Ártico tras el deshielo.
Por otro lado, los bosques son un aliado importante en la lucha contra el calentamiento atmosférico. La deforestación está acabando con el proceso natural de absorción de dióxido de carbono por parte de las plantas que liberan a cambio oxígeno y mantienen el equilibrio en la atmósfera. Por lo tanto, otra solución sería ampliar la superficie forestal, todo lo contrario a lo que está sucediendo en el Amazonas, donde desde 1970 ha desaparecido una extensión de bosque equivalente a toda Francia, y desde 2003 otros 70.000 kilómetros cuadrados, como la superficie de Irlanda.
En cuanto a los efectos de la agricultura, el carbono almacenado en los suelos agrícolas puede conservarse o incrementarse introduciendo técnicas que reduzcan o eliminen la labranza de las tierras, con lo que se reduciría el ritmo de descomposición de las materias orgánicas del suelo. Además, la utilización de fertilizantes nitrogenados puede reducir con mayor eficiencia las emisiones de óxido nitroso, otro importante gas de efecto invernadero.
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