Quinto aniversario del accidente nuclear de Fukushima: “Todas las centrales nucleares deberían cerrarse” Fecha de Publicación: Martes 15 de Marzo de 2016, 00:00 h.
Tema: Energía
|
Naoto Kan, exprimer ministro japonés, cinco años después del accidente de Fukushima, reniega de la energía atómica y critica a la empresa eléctrica que gestionaba la central
Publicado por Daniel Verdú en El País, 11/03/2016
El Rainbow Warrior, buque insignia de Greenpeace, navega a una milla de la central de Fukushima cinco años después de la catástrofe nuclear. Un helicóptero y un barco de la guardia costera escoltan a la embarcación y controlan sus movimientos. No imaginan que en la cubierta, entre varios dirigentes de un organización ecologista que el Gobierno de Japón considera poco menos que un enemigo, se encuentra Naoto Kan (Ube, 1946), quien fue primer ministro del país el 11 de marzo de 2011. Antes de aquella mañana, era un gran defensor de la energía nuclear. Hoy no tiene reparo en criticarla y señalar la negligencia de Tepco, la compañía eléctrica que gestionaba la central, en la gestión del accidente. “Ahí rebajaron el nivel de la tierra para aprovechar el mar. En parte, eso permitió que el tsunami arrasase la central”, comenta con parte de la tripulación señalando la instalación, que tardará 40 años más en desmantelarse.
Aquel día, un terremoto de magnitud 9 resquebrajó el fondo del Pacífico a unos 140 kilómetros de la costa noreste del país. El movimiento sísmico desembocó en un tsunami con olas de más de 15 metros y la muerte de unas 20.000 personas y 200.000 desalojados. Pero las olas provocaron también la mayor catástrofe nuclear después de Chernóbil en 1986. Un lustro después, más de 70.000 japoneses siguen desplazados en campos de barracones o viviendas provisionales a causa de los altos niveles radiación. “Tepco y el Gobierno no se han responsabilizado lo suficiente del desastre y de las víctimas. Para dejar de pagar las compensaciones es necesario que la gente vuelva, pero los que tienen niños están asustados y no creen lo que les dicen”, sostiene ya en uno de los camarotes durante una entrevista con EL PAÍS. El Gobierno japonés mantiene cerrada un área de un radio de 20 kilómetros y no hay una fecha de regreso clara para volver a habitar decenas de pueblos abandonados cercanos a la central como Namie, Iitate o Tomioka.
La Fiscalía imputó la semana pasada a tres altos directivos de Tepco y la compañía sigue pagando indemnizaciones a todos los desplazados (llevan ya unos 50.000 millones de euros) hasta que regresen a casa. Y eso será cuando termine un largo proceso de descontaminación en el que la radiación no supere los 23 microsieverts/hora, una cifra todavía lejos de los actuales registros. Pese a todo, la catástrofe pudo haber sido mucho peor, recuerda Kan. Durante dos días pensó que tendría que evacuar Tokio. “Antes del 11 de marzo creía que Japón nunca pasaría por algo como lo de Chernóbil y ponía todos mis esfuerzos en vender las bondades de las centrales nucleares japonesas a otros países. Después de todo aquello tomé conciencia de que la mitad del país, alrededor de 50 millones de personas, podrían haber sido evacuadas de sus hogares. Es algo que solo sucede en situaciones de emergencia como las grandes guerras. Ahora pienso que todas las centrales nucleares deberían cerrarse y haré todo lo que sea útil para eso suceda”.
Japón tenía 54 reactores nucleares en marcha que generaban el 29% de toda la energía antes del accidente. Nadie ponía en cuestión esta industria ni su seguridad en una tierra azotada habitualmente por terremotos. Cinco años después de la mayor sacudida de la historia de Japón, más de la mitad de la población (según todas las encuestas) preferiría renunciar a ella definitivamente. Sin embargo, se han vuelto a reactivar cuatro reactores y el Gobierno de Shinzo Abe no se plantea abandonar la cuestión nuclear. Pero Kan, inclinado a pensar que es una cuestión de tiempo que algo así vuelva a ocurrir en algún lugar, no lo comprende. “Japón no necesita en absoluto la energía nuclear. Hemos sobrevivido estos cinco años sin ningún apagón”.
El exprimer ministro estuvo en el cargo 15 meses y fue muy criticado por su gestión del accidente. Pero ¿Se siente culpable pasado el tiempo? Espera dos segundos y contesta. "Por supuesto. Pero sobre todo responsable. Sin embargo, los reactores se construyeron mucho antes de que yo llegara. Así que al mismo nivel deberían serlo otras administraciones. El primer ministro Abe también gobernó el país antes que yo, así que debería también sentirse responsable", señala.
Además, Kan revela ahora que la información que le proporcionó la compañía eléctrica fue escasa y sesgada. “A las diez de la noche, la información que recibí es que no había agua en el reactor y por lo tanto no se había fundido. Sin embargo, ahora sabemos que a las 18.00 ya habían empezado las fugas de radiación”. Entonces, ¿le engañaron? “Digamos que no sabían lo que había pasado. Faltó mucha comunicación. La gente no tenía datos”. En caso de haber tenido más datos, asegura, su reacción podría haber sido más eficaz. “Hubiera usado el sistema de refrigeración, por ejemplo, que estaba en el reactor y que no necesitaba electricidad. Pero no me informaron de ello”.
Poco después de esas primeras horas, revela Kan, el responsable de la central le dijo que abandonaba la planta con sus hombres. Habían perdido el control de la situación y solo quedaba ya salvar sus propias vidas. El exprimer ministro utiliza a menudo esta anécdota y la firme reacción para ilustrar el nivel de pánico que se vivió. “Hubo una comunicación del director general de Tepco al ministro al cargo donde pedían marcharse. Querían rendirse. Entiendo que pretendiesen proteger a sus trabajadores. Pero desde mi perspectiva, no podía permitirlo. El desastre hubiera sido mucho más grande. Así que le llamé y le dije que se quedaban”, recuerda. Mejor o peor, cinco años después del accidente, la situación y la vida de miles de personas sigue lejos de estar normalizada.
Copyright © El País, 2016.
URL artículo original: http://internacional.elpais.com/internacional/2016/03/10/actualidad/1457622940_844245.html
La incertidumbre rodea el regreso de Japón a la energía nuclear
Publicado por Macarena Vidal Liy en El País, 11/03/2016
Cinco años después del desastre de Fukushima, y tras un parón de dos años, Japón ha empezado a dar sus primeros pasos para volver a la energía nuclear. Pero, contrariamente a los deseos del Gobierno del primer ministro Shinzo Abe, el proceso se encuentra aún en ciernes, salpicado de reveses y opuesto por la mayoría de la población.
Desde el año pasado se encuentran en funcionamiento dos reactores en la planta nuclear de Sendai, en el sur de Japón y propiedad de la compañía Kyushu Electric Power. Pero son los únicos. Solo otros dos, en la central de Takahama (al este del país), han recibido permiso de la autoridad reguladora del sector nuclear japonés, o NRA. Pero este miércoles un tribunal ordenó a la empresa Kansai Electric Power que los apagara con efecto inmediato por razones de seguridad. Se trata de la primera ocasión en que un tribunal japonés ordena parar un reactor que ya está en marcha.
Uno de los dos reactores, el número 3, se encontraba en funcionamiento desde enero; el otro, el número 4, había tenido que posponer su puesta en marcha, prevista para finales de febrero, tras una serie de problemas técnicos. Kansai ha calificado la decisión del tribunal del distrito de Otsu de “lamentable” y, pese a que este jueves ha tenido que apagar el reactor, ha asegurado que apelará la decisión.
Es el segundo revés que las eléctricas reciben en menos de dos semanas. El 29 de febrero, los tribunales imputaron a tres directivos de TEPCO, la empresa propietaria de la planta de Fukushima, por negligencia en los planes de evacuación de la central aquel 11 de marzo de 2011.
La orden del tribunal “seguro que tendrá un gran impacto en la política nuclear en Japón. Muestra que incluso los reactores que operan comercialmente y que han pasado los nuevos requisitos de seguridad, supuestamente más exigentes, pueden tenerse que detener porque lo ordenan los jueces”, opina vía correo electrónico Hideyuki Ban, codirector del Centro japonés de Información Nuclear para los Ciudadanos.
“Hay muchos factores desconocidos sobre las causas del accidente de Fukushima incluso ahora, 5 años después, y sin respuestas a esas preguntas, ni medidas adecuadas contra ellas, no hay garantía de que ningún reactor nuclear sea seguro. Con los tribunales insistiendo en un nivel de seguridad tan alto, las compañías eléctricas, que se centran principalmente en lograr beneficios económicos, pueden verse obligadas a plantearse el abandono de sus programas nucleares”, señala.
Antes del desastre Japón contaba con 48 reactores nucleares en activo, que proporcionaban el 29% de la energía que consumía el país. Pero en 2013 se retiraron del servicio los últimos que aún se encontraban operativos, entre temores sobre la seguridad y a una repetición del suceso. Mientras tanto, el país ha puesto en marcha una nueva agencia reguladora, la NRA, y normativas de funcionamiento más estrictas.
El Gobierno japonés insiste en que, con los cambios, el sector es seguro. También, afirma, es necesario para evitar que los costes de la energía se disparen y para garantizar la independencia energética del país: Tokio aspira a que para 2030 la nuclear cubra entre el 20 y el 22% de las necesidades japonesas. “Nuestro país, pobre en recursos naturales, no puede prescindir de la energía nuclear para garantizar la estabilidad del suministro energético. Además hay que considerar lo que tiene sentido desde el punto de vista económico y la cuestión del cambio climático”, insistió este jueves Abe en una rueda de prensa tras la decisión del tribunal.
Pero la población, que durante dos años se ha acostumbrado a ahorrar en consumo eléctrico, sigue temiendo que pueda repetirse otro Fukushima. Aproximadamente dos tercios se oponen al regreso a la energía nuclear, según los sondeos. Una encuesta publicada el fin de semana por la agencia Kyodo encontraba que la misma proporción de autoridades municipales quiere que el Gobierno reduzca o elimine por completo la dependencia de la energía nuclear.
Por el momento, 21 reactores, además de los de Sendai y Takahama, han solicitado permiso a la NRA para volver a funcionar. Uno de ellos, el número 3 de la central de Ikata, se encuentra en la fase final de pruebas. Si todos ellos reciben el visto bueno y se reactivan, sumarían entre todos aproximadamente la mitad de capacidad que antes del desastre, o un 15% de la cobertura de las necesidades energéticas niponas.
Para las compañías eléctricas, adaptar sus reactores a las nuevas regulaciones sobre seguridad representan una inversión importante, que incluye la instalación de cables resistentes al fuego y la construcción de muros protectores contra subidas repentinas de las mareas. La NRA asegura que sus requisitos se encuentran entre los más exigentes del mundo.
Pero muchos ciudadanos continúan aún escépticos sobre los lazos, tradicionalmente muy estrechos, entre los políticos, los funcionarios y los empresarios del sector nuclear.
“Ha habido algunas mejoras en las nuevas regulaciones, pero no creo que vayan lo suficientemente lejos. Y el problema de que los reguladores no obliguen estrictamente a las compañías a cumplir las reglas no ha terminado de desaparecer. Creo que esta situación se ha reflejado en la sentencia del tribunal emitida este miércoles”, puntualiza Ban.
Copyright © El País, 2016.
URL artículo original: http://internacional.elpais.com/internacional/2016/03/10/actualidad/1457627855_438255.html
|
|
| |
Votos del Artículo | Puntuación Promedio: 0 votos: 0
| |
|